Disfrutar de la escalada y el deseo de ser mejor

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Disfrutar de la escalada y el deseo de ser mejor

Todos nosotros, independientemente de cuál haya sido nuestro primer acercamiento a la escalada, empezamos a hacerlo por diversión. Tal vez un amigo o conocido nos introduce a esta actividad, o tal vez un video en internet despertó nuestra curiosidad y decidimos buscar un lugar donde practicarlo. Vamos a un muro y escalamos las rutas para principiantes. Probablemente intentamos alguna de mayor nivel que no nos sale. El ambiente es de apoyo y amabilidad, las personas están dispuestas siempre a ayudarnos a mejorar, a dar consejos y palabras de aliento. Vemos cómo aquellos más experimentados escalan usando crimps de milímetros de ancho, o que hacen algún dinámico y pensamos: ¿cómo es posible? Tenemos una muy buena experiencia y decidimos regresar. A medida que escalamos más, notamos que mejoramos. El bloque al cual no podíamos ni subirnos, ahora nos sale al primer intento. Y esto nos motiva a seguir.

Naturalmente, la escalada tiende a atraer a personas a quienes les gustan los retos. A fin de cuentas, ¿quién más practicaría una actividad que te destroza la piel de las manos, que te lastima los pies y que hace que al final de una sesión no tengas fuerza de sujetar ni un vaso con agua. Aunque la mayoría de nosotros no aspire a ser el próximo Adam Ondra y decimos que escalamos por gusto, siempre tenemos el deseo de ser mejores. Al principio, el progreso suele darse de manera rápida y tangible. Sin embargo, a medida que progresamos más, notamos pocas o nulas mejoras. Puede ser que llevemos varios meses de no subir de grado máximo o tener un proyecto que no nos sale por más que lo intentemos. Estancarse puede ser muy frustrante y realmente ponernos en una situación que no nos permite disfrutar la escalada como solíamos hacerlo. Porque, seamos honestos, uno espera tener resultados al invertir tiempo y esfuerzo. Es entonces que nos damos cuenta de que, para poder seguir mejorando, no basta con tan solo escalar más. Tenemos que hacer ejercicios para fortalecer los dedos, trabajar en estilos de escalada que se nos dificulta o que no nos gustan tanto como otros (sí slopers, hablo de ustedes), mejorar nuestra técnica de pies o hacer sesiones en el campus board.

Lo que había empezado como una actividad divertida, ahora se ha convertido en una disciplina. Y como toda disciplina, conlleva hacer cosas que no todo el tiempo son divertidas, entrenar, aunque no tengamos la “motivación” de hacerlo ese día, o incluso sacrificar otros planes. Y eso está muy bien, ya que realmente es la única manera de seguir progresando. Sin embargo, no debemos olvidarnos de cuál es la razón por la que queremos mejorar. Y en realidad, es para poder disfrutar más de la escalada. Para poder subirnos a más rutas. Para poder compartir de experiencias con nuestros amigos escaladores. Para tener más posibilidades.

Si bien, yo no soy nadie para decirle a las personas cómo o para qué deban escalar, realmente te invito a que te des la oportunidad de escalar de vez en cuando sin fijarte en el grado, sin frustrarte si algún paso no sale. De darte la oportunidad de jugar y de disfrutar de la escalada tanto como la primera vez que fuiste a un muro. De apreciar cuánto has mejorado y ver con optimismo todo lo que te falta por mejorar.

Por Jaime Cardenas


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